AlcaláDigital
22 de febrero de 2016

 


Las profesoras chinas están volviendo mariquitas a los niños del país
 
     
 
 
 
 
     

 
 

Mariquitas. 

Y tímidos, presumidos y afeminados. 

Y la culpa es de las profesoras.  

Según parte de la sociedad china, las profesoras son la causa de que toda una generación de chicos jóvenes sea más sensible de lo que se le presupone a un machote. Así que en muchos colegios de todo el país se trabaja ya para aumentar el número de profesores hombres que ayuden a reinstaurar los valores tradicionales del género masculino, para que los niños chinos se conviertan en “hombres de verdad”, porque los hombres “tienen capacidades especiales, tienen que ser valientes, proteger a las mujeres y responsabilizarse de sus errores”, según recoge el New York Times. Los chicos de esas escuelas están recibiendo ya clases de artes marciales o reparación de ordenadores, esas cosas que se les presuponen a los hombres. Ya sabéis.

Para esta cruzada, que pretende “salvaguardar la masculinidad en los colegios” y educar a los chicos en el coraje y el sacrificio, muchas escuelas del país han emprendido una intensa campaña de reclutamiento de profesores hombres, ante el convencimiento de que las profesoras tienen un efecto negativo en los chicos.

Dejando de un lado la estupidez de convertir a los chicos en hombres, ¿qué hacemos entonces?¿Apartamos a todos los chicos de lo que huela a mujer? ¿Los metemos en un guetto donde jueguen a darse palizas y compitan por la flatulencia más sonora?

Además, ¿qué harán esos niños cuando salgan al mundo real, ese mundo en el que –sientiéndolo mucho por ellos- también hay mujeres? ¿Cómo se relacionarán con ellas? 

Y lo mismo para lo contrario: niñas sólo con niñas y con profesoras mujeres. 

Separar a niños y niñas refuerza el sexismo y fomenta los estereotipos hombre-mujer, según un estudio de la revista Science, que además prueba que este tipo de centros  no mejoran los resultados académicos. Yo vi más diferencias de nivel entre las chicas de mi clase de las monjas que entre chicos y chicas del instituto mixto al que fui después. Cuando estudiaba con las monjas, entre los 8 y los 14 años, las niñas de mi clase tenían miedo, respeto y adoración por los chicos. Los veían como inalcanzables y perfectos héroes románticos, a quienes no se atrevían ni a mirar a la cara. Nunca habían intercambiado cromos. Nunca habían compartido un bocadillo a mordiscos.

Si la diferente evolución de la inteligencia entre chicos y chicas fuera la verdadera causa de segregar por sexos, quizá mejor segreguemos por notas, ¿no? Pero temo que esa no sea la razón. Son los estereotipos de género

©AlcaláDigital. Todos los derechos reservados. Prohibida su publicación total o parcial


 



 
 
 
 
 
     
 
 
 

  Nos puedes seguir en tuenti información